
Metamorfosis
Mujeres

Siempre la pregunta se instala pertinente e impertinente a la vez. Pertinente porque me habita: sin pregunta qué sería del espíritu curioso. Impertinente porque no es acerca de mí sino conmigo: es un acto individual que necesita hacerse colectivo. Así es a mi modo de ser-sentir-pensar. Todo acto es social. La psicología es social, es social la fotografía, la lengua.
Esto es lo que soy, un ser social, uno más, como todos (así lo entiendo), soy con otros y para otros. La identidad es un apéndice versátil, dinámico, la lucha no es una trinchera sino un movimiento, reniego de los -ismos ni bien se me hacen costumbre. Por eso me gusta salir de la comodidad de los pasatiempos:
prefiero comprometerme, ser parte de la acción. Mi cabeza inquieta venía haciéndome la pregunta: ¿qué puedo hacer para que esto no se haga llaga dolorosa y luego callo indolente? Y se dispararon nuevas preguntas. Aquí es cuando la inquietud se libera del soliloquio y se vuelve dialógica. ¿Qué puedo hacer desde mi rol de psicóloga social? ¿Qué puede hacer la fotografía por las mujeres?
En diciembre de 2018 se colaron las dudas y entonces tomé la decisión (sí, lo que a veces nos detiene a mí me movilizó). Le escribí a un grupo de doce mujeres, amigas y conocidas, contándoles la idea: ¿Qué aspecto de mí no mostré hasta hoy porque mi imagen corporal (llámense mandatos, rol social y familiar) se interpuso? Respondieron varias. Cinco mujeres se animaron.
Nos reunimos por primera vez en enero. Todas sabíamos por qué veníamos, había que descubrir el para qué y transitar el cómo. Había necesidad, teníamos un objetivo, la tarea sería el centro.
Febrero nos alojó en dinámica de grupo operativo. Marzo se hizo arte.
De esto se trata Mujeres Metamorfosis: psicología social y fotografía. Búsqueda, vida cotidiana, mundo interno. Pensar con Otras, encuentro, dialéctica, Descubrir mi voz en otras voces. Vínculos, red, adaptación activa a la realidad.
Cuando empezamos ninguna sabía exactamente qué aspecto era el que no se había animado a mostrar. Y no hablábamos de mostrar como exponer, sino de manifestar, e incluso poner de manifiesto. No nos referíamos al cuerpo como resultado de una valoración (hegemónica o contrahegemónica) sino como el medio de expresar algo más profundo. Quisimos activar ese punto que nos mantenía presas del deber ser o de aquello que no debo, y para ello hubo que desactivar algunos prejuicios, revisar concepciones propias, impuestas y autoimpuestas, deconstruir un poco. No pretendimos lo acabado, no nos propusimos exhaustivo, abrir camino hacia lo interno para comprender por qué nos reconocemos en otras mujeres.
Fui la coordinadora de este grupo de cinco mujeres que se nombró metamorfosis casi llegando al final.Cada relato en primera persona tiene varias voces. Lo sé. Yo misma me sentí identificada, en consonancia, resonante con cada historia. La exploración de cada una es otras exploraciones, incluso la mía de alguna vez, en pasado o en futuro quizás. Hay tiempos diversos que caben en el presente continuo. Por eso el planteo iba hacia atrás, pensando y sintiendo desde hoy y con la posibilidad de planificar. La pregunta sigue viva, y llamó a nuevas preguntas.
El proyecto, por su dinámica, por la modalidad de trabajo, por la trama que fue tejiendo, espiralada -a veces expresa, a veces oculta, siempre potencia-, contuvo como una malla que deja respirar la individualidad y cuyos hilos sostienen la grupalidad. Continente y contingente. Se nos dio por llorar, reír, hablar con pausas y hacer lindos silencios, dar abrazos conjuntos, traer y tener pañuelos siempre-a-mano. Fui guía, y parte. Viví el encuentro de verticalidades y la constitución del grupo, fui testigo de su nacimiento y su cierre. Yo también soy complemento, fortaleza, intensidad, sensualidad y transformación. Somos metamorfosis.
Primero llegaron las reuniones que nos permitieron establecer el encuadre. Conocernos, darnos a conocer, habilitar las palabras y las emociones. Despejar, hacer lugar a la tarea explícita y a la implícita. Cuando se hizo presente la respuesta a la pregunta inaugural, cuando cada una pudo responder a ¿Qué aspecto de mí no mostré hasta hoy porque mi imagen corporal (llámense mandatos, rol social y familiar) se interpuso?, programamos las sesiones fotográficas. Maximiliano Grinfelds fue presentado en el primer contacto. Él no participaría de las reuniones de grupo operativo, tampoco tomaría decisiones respecto de qué mostrar, pero pondría su mirada artística acerca del cómo. Cuando iniciamos el periodo de las sesiones (una para cada integrante del grupo), con una reunión de grupo previa cada vez, él se sumó a la tarea.
En el entretiempo, antes de cada fecha, compartíamos con él una síntesis del punto al que habíamos llegado: el aspecto a mostrar, las ideas que teníamos. Se abría la conversación, planteo, devolución, ideas que iban y venían, definición de elementos, vestuario. Maximiliano y yo revisábamos el concepto, él tenía libertad (otorgada por el grupo) para crear y yo tenía la responsabilidad de que en la búsqueda estética no perdiéramos la dirección ni el sentido de lo que veníamos movilizando, guiada yo por la lectura de emergentes y movilizadas ellas por lo que se les revelaba.
Hubo comunicación, aún en los silencios,, cooperación en abundancia, pertenencia y pertinencia, disposición positiva, ¡y también aprendizaje! Hubo latente que se hizo manifiesto: palabras que ya no callaron, sentimientos que pudieron expresarse, revelaciones varias. Hubo tiempo, espacio, mutua representación interna. Reciprocidad, lazos, tejido, grupo. Llegamos con la idea de estar producidas y
entendimos que somos, asimismo, productoras, seres de necesidades, sujetos activos que al modificar nos modificamos. Yo soy todas mis partes, que ahora sé que incluyen algo de ellas.
De esta manera, cuando los aspectos quedaban al desnudo y cada una a su tiempo se sentía confiada de ponerlo en la escena fotográfica, dábamos un paso hacia cierto nivel de resolución. Primero llegó Fortaleza, después Transformación, más tarde Sensualidad y finalmente Complemento.
Me gana la satisfacción de haber acompañado a estas cinco mujeres en un rico proceso grupal, pero sé que son sólo cinco aspectos de lo múltiple. En las fotografías que siguen verán una estampa de cinco historias y también un relato colectivo, breve en apariencia y sin embargo con mucha fibra.
Gabriela
